Raúl ‘El Zurdo’ Sanez
· Un
pítcher hermosillense especialista en los revires… y además, ¡ambidiestro!
·
Por Jesús Alberto Rubio
Descanse
en paz: he recibido la triste noticia del deceso de Raúl «Zurdo» Sanez (91),
gloria del pitcheo sonorense amateur y también profesional en la Liga de
Sonora.
Hará años
le compartí de él la siguiente columna:
Verá:
Si hubo
un pítcher que sabía cómo revirar y sacar hombres en primera, ese fue el
“Zurdo” Raúl Sanez.
Además,
¡ambidiestro!, algo nada común en un lanzador.
Raúl
Manuel Sanez Verdugo, no olvida aquellos grandes años que tuvo en el beisbol de
la Liga de Sonora y en el amateurismo de Hermosillo.
Sanez,
sin duda, se convirtió en su tiempo en uno de los mejores lanzadores y de no
haber sido por una lesión en su brazo de lanzar, seguramente hubiese escalado
peldaños insospechados.
Formó
parte del seleccionado de Sonora en el campeonato nacional de 1954 celebrado en
León, Guanajuato.
En ese
campeonato, el “Zurdo” demostró de que clase estaba hecho al sacar en perfectos
revires a ocho corredores y ganar uno de los juegos de ese torneo donde
defendían el título ganado un año antes en Hermosillo.
Con aquel
gran equipo compartió grandes momentos con gente de la estatura de Marco
Antonio “Marciano” Manzo y Beto Palafox, quienes más tarde iban a ser grandes
estrellas del beisbol profesional.
Sanez
Verdugo recuerda que ese campeonato lo ganó Nuevo León, siendo Sinaloa el
subcampeón.
En la Liga de Sonora
También
jugó con Hermosillo, a mediados de los años 50, en lo que fue la Liga Sonora
donde una ocasión ¡abanicó a 18!
“Mis
lanzamientos eran el slider, la curva, una fuerte recta y un cambio de
velocidad”, repertorio que le distinguió por ser un excelente lanzador.
Desafortunadamente,
dijo, lanzando un día en el desaparecido estadio “Fernando M. Ortiz”, se
lesionó su brazo y ahí perdió la oportunidad de participar en la Liga
Arizona-México con el equipo de Cananea que ya lo había invitado.
En esos
años, cita, tuvo el privilegio de lanzarle y dominar a toleteros del calibre de
Claudio Solano cuando estaba con Cananea; y a Ronnie Camacho, en Empalme.
Imagínese
a quienes, dos hombres Salón de la Fama del beisbol mexicano. Nomás.
Nativo de
Sahuaripa y casado con Guadalupe Ríos Velarde (18 de junio de 1956), en la
amena y agradable charla en el calor de su hogar, no olvida aquellos días
cuando brilló en la pelota amateur hermosillenses.
Jugó con
el Carta Blanca, de primera fuerza, entre otros equipos “codeándose” con lo
mejor del pitcheo de los años 50 y 60, como el “Tavo “León, “Maduro” Olivero,
José Garza, el “Indio” Fajardo, “Pelado” Arredondo, “Nico” Villanueva, “La
Liebre” Esquer y el “Temo” Balderrama.
En aquel
circuito los equipos eran “La Curva” y luego Hacienda patrocinados por el general
Carmelo García; El Ranchito, 5 de Mayo, Búhos de la Unison y Café Combate,
entre otros de esa inolvidable época.
Jugaban
en el campo que en ese entonces estaba ubicado donde fue la escuela de Artes y
Oficios, en el de la primaria Heriberto Aja y en desaparecido “Fernando M.
Ortiz”.
Eradio
Burruel, quien brilló con los Naranjeros de Hermosillo, lo recuerda muy bien,
calificándolo como un pítcher al que no tan fácil se le ganaba. “Era muy
inteligente; muy vivo en la loma y todos lo respetábamos”.
Constante y perseverante
Para
Lupina Sanez Ríos, una de sus hijas, “El Zurdo” fue algo por demás especial en
su vida: un ejemplo en el deporte el beisbol…y como padre, esposo, abuelo y
hermano.
Ya si no.
“Fue un
deportista muy grande para mí y nuestra familia…un orgullo y ejemplo a seguir;
siempre muy constante y perseverante y, sobre todo, muy humilde y modesto con
sus habilidades deportivas; creo que esto y su lesión fue lo que impidieron que
el sobresaliera aún más.
“Fue un
ejemplo para mi… un pitcher ambidiestro y eso no es cualquier cosa…creo que no
cualquiera lo hace”.
Lupina
señala que su papá tuvo muchos amigos y admiradores que lo apreciaron en su
momento y hasta la fecha.
“También,
tengo que agradecerle a mi madre su tesón y fuerza para darle siempre su apoyo
moral”.
Asimismo,
ve en él a un hombre luchador que hace cualquier cosa que se necesite en el
hogar, desde desde instalar un cooler, arreglar una licuadora, una plancha un
ventilador, un calentador de agua y quien a su edad diariamente hace su
caminata, muy temprano.
“Sus
recuerdos, grandes anécdotas, vivencias, siempre las tiene presentes. Mi padre,
un hombre hecho cien por ciento beisbol”.
Y así es.
Mi
solidaridad a sus hijos Hilda Bernardina, Francisca Beatriz, Lupina, Rosa Delia
y Raúl Manuel.
Descanse
en paz, amigo.
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