Al Bat
Un formidable legado
Por Jesús Alberto Rubio
Tras la celebración del reciente Congreso Estatal de la Asocrodes y expresar un agradecimiento a todas y todos los que acudieron a la cita con óptima y amable respuesta a la convocatoria, hoy le comparto excelsa colaboración del Maestro Emérito Unison, Jaime Varela Salazar, columna que también ya se publicó en el Semanario El Inversionista Sonora donde colaboro desde fines de 1998.
Verá que personaje,
contribución y legado:
Antonio Núñez Hernández
nació en el ejido El Claro, municipio de Santa Ana, Sonora, un 26 de noviembre
de 1941, siendo hijo de don Antonio Núñez y de doña Virginia Hernández.Fue un
niño con una infancia muy feliz al lado de sus padres y hermanos Ramón, Nemesio,
Rigoberto, Eloy y Gloria.
Cursó su educación
primaria en escuelas de Santa Ana y muy pronto se integró al negocio de
herrería y tornos de su hermano Nemesio, que lo había iniciado cuando concluyó
sus estudios como internado de la reconocida escuela general Cruz Gálvez, en
Hermosillo.
Antonio, apodado de
cariño "Cano", adquirió en el taller de su hermano la experiencia y
solidez necesarias para posteriormente emplearse en los talleres de la
emblemática empresa santanense Sociedad Cooperativa de Trasporte Norte de
Sonora.
En esa época contrajo
matrimonio con la señorita Socorro Brunilda Tapia Soto, también de familia,
beisbolera, con quien procreó seis hijos: Marco Antonio, Javier, César, Ana
María, Silvia Verónica y Jorge Luis.
Su actitud emprendedora
lo llevó a tomar la decisión de trasladarse a la vecina ciudad de Magdalena,
donde fundó su primer taller al que denominó Taller de Torno Núñez, mismo que
abrió al púbico el 17 de diciembre de 1966.
Fue un amante apasionado
del beisbol, tanto que, mezclando el trabajo con el deporte, militó
profesionalmente en la antigua y recordada Liga Norte de Sonora con el equipo
de sus amores, Los Santos de Santa Ana y también con Los Membrilleros de
Magdalena. Antes incursionó en las ligas municipales donde brilló por su
calidad y entrega.
Una vez retirado fue un
incansable promotor del deporte, creando, entre otros, el fuerte equipo amateur
denominado Santa Ana Ejidal, el cual obtuvo grandes triunfos y
gallardetes.
Como empresario exitoso
fundó también el negocio de refacciones Auto Partes Kino, así como Agrícola y
Automotriz de Santa Ana y Refacciones de Imuris, todos ellos muy exitosos.
Como prueba de lo
anterior, en 1994, la Cámara Nacional de la Industria de la Transformación lo
reconoció nombrándolo " El Industrial Transformador1994", entre
muchos éxitos más que obtuvo en su trayectoria profesional.
Fue además un hombre muy
preocupado por su comunidad, miembro activo del club Rotario Internacional, del
cual fue presidente en Magdalena, logrando salvar muchas vidas con sus
aportaciones económicas y reintegrando a la vida activa a varios pacientes afectados
con secuelas de poliomielitis.
Muy joven, en Santa Ana
destacó en la Asociación Católica de Jóvenes Mexicanos (ACJM) al lado de otros
jóvenes como Justo León, Honorato Flores, Francisco Castro y una pléyade de
muchachos que hicieron gran obra altruista.
De manera personal y con
recursos propios, dotó de cisternas y equipos hidroneumáticos a escuelas que no
contaban con el servicio.
Volviendo al beisbol, en
la Liga Norte de Sonora es recordado cuando, jugando con Los Santos, un domingo
bateó de 5- 5 en la mañana y en la tarde…¡también!
Uno de los hijos del
"Cano", Javier Núñez Tapia, fue mi alumno en Hermosillo y vi que sacó
la calidad beisbolística de su papá y de sus tíos, pues Beto y Carlos Tapia
eran un pitcher y un short stop, respectivamente, de gran calidad, Nemesio
volaba sobre las bases, Rigo era un pitcher muy valiente y Eloy destacó en las
ligas donde jugó, incluyendo Ciencias Químicas, de la UNISON.
Antonio "Cano"
Núñez Hernández falleció el 9 de octubre de 2019 dejando un gran legado para su
familia y sus hijos, que hoy administran las empresas que su padre fundó,
conservando el carácter y sentido social heredado.
¡Honor a quien honor
merece!
Agradecemos la
colaboración de Jorge Luis Núñez Tapia y de Eduardo García Jiménez.
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